Resiliencia: valorar lo que tenemos como antídoto ante el desaliento
Nadie es ajeno a que ahora más que nunca es necesario poner en marcha todos nuestros recursos para desarrollar resiliencia, la capacidad de resistir y sobrevivir a condiciones adversas. ¿Cómo podemos entonces fortalecernos? ¿Cómo ajustar nuestras respuestas de forma resiliente? Y cómo puede la psicoterapia ayudarnos en este proceso.
En épocas en que necesitamos mucho descanso para recuperar fuerzas, recuperarnos de preocupaciones de salud, familiares, laborales o personales, solemos plantearnos la necesidad de “desconectar”, como una especie de “olvido” de lo cotidiano y rutinario de esas preocupaciones, en cuanto a espacios, personas o actividades, como la forma óptima de recuperarnos. Es lo que nos impulsa a salir de casa, a viajar, juntarnos a celebrar con los amigos y con la familia.
Ahora que tenemos nuevas condiciones en nuestra vida, que requieren que momentáneamente cambiemos algunos de nuestros hábitos, nos encontramos más solos. Es necesario entonces buscar nuevas formas cuando a veces no podemos movernos de nuestra casa o reunirnos con los demás como lo hacíamos siempre. Es muy importante ir encontrando nuevas fórmulas que nos permitan “resetearnos” de maneras diferentes en las nuevas condiciones que habitamos, aumentando nuestra resiliencia.
Muchas veces, para disfrutar de nuestro tiempo libre, tenemos que apartarnos de lo cotidiano o crear un reducto especial, donde lo diferente nos permita desconectar del trabajo y las tareas que tenemos.
Nuestro principal reto en estos tiempos puede ser conseguir estar más presentes, más conectados en cada momento que vivimos con las características que este tenga, aceptando así sus efectos y reconociendo que podemos aprender a estar mejor preparados para surfear los momentos más difíciles que a veces nos toca atravesar.
La primera condición es darnos cuenta entonces que la vida implica todos sus matices emocionales y todos sus estados de ánimo, de las distintas circunstancias que atravesamos. Percatarnos de que las dificultades de nuestra existencia y las limitaciones que conlleva, puede poner en marcha en cada uno, actitudes nuevas que exploren nuevas formas de descansar, disfrutar, compartir y nutrirnos, es algo que resulta irremplazable en cualquier condición.
Ahora que movernos, juntarnos y viajar está menos disponible, podemos echar mano a la creatividad para hacer aquello que más nos gusta, ahora que contamos con todo el tiempo necesario para desarrollarlo. A veces toca parar y cuidar a otros, a veces dejarnos cuidar, a veces despedirnos y dolernos por los que ya no están. En la vida, existen momentos difíciles donde el desaliento se nos instala a vivir muy cerca. Tenemos entonces la oportunidad de abrazar ese sentimiento de desesperanza y dejar que nos enseñe cómo seguir para adelante, un aprendizaje necesario para la vida. Para todo esto, iniciar un proceso psicoterapéutico puede ayudarnos a andar estos senderos acompañados.
Resiliencia: nuestra fortaleza en tiempos adversos
Y entre tanto la vida transcurre, podemos detenernos por ejemplo a observar aquello que hemos pasado por alto porque íbamos con tanta prisa y preocupación de un lado a otro y descubrir lo mágico que puede resultar por ejemplo, el poder mirar al atardecer el cielo con su luna, poder dejarnos sorprender con el exquisito olor a un café recién hecho o con sabor inigualable del pan crujiente recién cortado. Valorar que estamos sanos, que estamos vivos, que podemos andar, ver, escuchar, en momentos de desaliento puede ser la conexión que nos ayude a remontar y a seguir.
Tenemos la oportunidad, la gran oportunidad de revalorizar lo que hemos dado tantas veces por sentado, sintiendo a veces agradecimiento, cuanto la tempestad afloja, cuando los grandes nubarrones parecen dar lugar al sol, cuando desde la oscuridad comienzan a perfilarse nuevas siluetas al amparo de una nueva luz.
Valorando lo que tenemos, nos tocan tiempos de estar donde nunca nos habíamos imaginado, de sacar una fuerza interior que no sabíamos que teníamos, de dejarnos acompañar, de aprender, insistir, crear, intentar, fracasar, empezar de nuevo, reconstruir y compartir, una y otra vez hasta que atravesemos juntos una vez más una nueva adversidad. Que el desaliento no nos impida valorar aquello que somos, hacemos y tenemos.