Problemas para controlar la ira
La ira en sus múltiples variantes es una emoción que nos suele traer de cabeza. Cómo aprender a controlar la ira? Cómo transformar nuestra ira en asertividad? Cómo sabemos cuándo estamos siendo presas de un descontrol de nuestras respuestas de ira? No controlar la ira es ejercer violencia sobre los demás?
Muchas veces nos sentimos a la defensiva o los demás nos dicen que estamos a la defensiva, que con nosotros no se puede hablar, que vamos como atajándonos de lo que nos dicen, que huimos de afrontar lo que nos corresponde o atacamos a los demás de forma desproporcionada, injusta y con reacciones de ira que luego dañan nuestras relaciones si no se pueden remontar o reparar.
La historia de las defensas psicológicas y lo que tenemos que hacer con ellas es similar a lo que le ocurrió a aquel soldado del Ejército Imperial Japonés, que defendió posiciones de combate en una Isla de Filipinas y que estuvo luchando durante 30 años después de acabada la guerra, porque no se enteró que la guerra había terminado.
En la jungla, se enfrentaba día a día con cientos de peligros, sobrevivía y se mantenía fiel en su posición de defensa y servicio a su patria.
Cuando sus compañeros lo encontraron, lo reconocieron, lo trataron con mucho tacto y amabilidad, y tardaron un buen tiempo en convencerle de que todo había acabado.
Cuando regresó a su país, lo recibieron con todos los honores, le agradecieron con numerosos actos y homenajes todo lo que había hecho en esos 30 años, lo premiaron por haber estado trabajando tanto en la defensa de su pueblo y de sus ciudadanos y finalmente le ayudaron a instalarse en una granja y a cambiar de ocupación.
Se retiró entonces allí adonde se dedicó a entrenar a jóvenes en la supervivencia en zonas selváticas.
Falta de control de la ira
Las distintas defensas psicológicas que tenemos, nos defendieron durante los períodos más indefensos de nuestra vida y aún en el presente continúan luchando como si aquello no hubiera acabado y aún estuviéramos en peligro. El trabajo con ellas es reconocerlas, recuperarlas, agradecerles todo lo que han hecho por nosotros y buscar para ellas una nueva función integradas al resto de nuestra personalidad.
Nuestras defensas nos han permitido sobrevivir, pero se han quedado ancladas al pasado, como el soldado japonés. Hay que actualizarlas, contarles que ese tiempo tan difícil ya pasó y que crecimos, que ahora somos adultos y contamos con muchos más recursos que en aquel entonces, que hemos conseguido avanzar y hacer nuestro camino a nuestra manera y que ya pueden descansar porque juntos podemos trabajar para que encuentren una nueva función en nuestra vida, de modo más apoyador y más adaptativo para nuestro desarrollo y crecimiento.
La terapia psicológica es un espacio privilegiado para ello, adonde nuestro terapeuta nos acompañará a descubrir estos aspectos tan profundos en nosotros para de a poco irnos recuperando, descubrir que la guerra terminó, que estamos vivos y que podemos protegernos de modos más flexibles y adecuados, que no se repitan cada vez que nos sentimos asustados, acorralados o superados por lo que nos toca vivir.
En la terapia psicológica, honramos a las defensas, como la reacción de ira, entre otras, que nos han permitido sobrevivir y reconociendo su gran labor y su valor, les invitamos a desarrollar otras funciones en nuestra forma de ser.