Introducción
En el marco actual de la psicología clínica, la noción de salud se ha desplazado significativamente de los esquemas tradicionales, que la entendían como mera ausencia de síntomas o enfermedad. Hoy, el concepto se redefine como un proceso activo, dinámico y profundamente relacional, en el que entran en juego la autorregulación, la integración de la experiencia y la conciencia de uno mismo. En este contexto, la Terapia Gestalt emerge como un enfoque clínico de gran potencia, que ofrece herramientas vivenciales para acompañar los procesos de salud mental desde una mirada holística, integradora y respetuosa con la complejidad del ser humano.
Este marco terapéutico se sostiene sobre el principio fenomenológico del darse cuenta, un tipo de conciencia radical que permite al individuo entrar en contacto con lo que está vivo en su experiencia, reconociendo necesidades, bloqueos y posibilidades de transformación. A través de este contacto directo con el presente, se favorece un modo más auténtico de habitar el mundo y de relacionarse con uno mismo y con los demás.
Fundamentos epistemológicos de la salud en la Terapia Gestalt
La Terapia Gestalt, impulsada por figuras como Fritz Perls, Laura Perls y Paul Goodman, propone una comprensión del ser humano como un organismo en constante interrelación con su entorno. Esta perspectiva rompe con la visión fragmentada del sujeto y propone una mirada de conjunto, donde cuerpo, emoción, pensamiento y acción configuran un todo inseparable. En esta visión, la salud no se entiende como un estado ideal o permanente, sino como una capacidad: la de autorregularse de forma eficiente, atendiendo a las propias necesidades, estableciendo contacto significativo con el entorno y cerrando de manera satisfactoria las situaciones inacabadas (Perls, 1947/1975).
Este planteamiento se aparta de la lógica cartesiana y se inscribe en una visión de campo, donde el organismo y el entorno constituyen una unidad indisoluble. Por tanto, cualquier alteración de la salud se interpreta como una interrupción en el ciclo contacto-retirada, proceso fundamental en la teoría gestáltica. Dichas interrupciones suelen derivar de mecanismos como la retroflexión, la proyección, la desensibilización o la evitación, los cuales distorsionan o bloquean el darse cuenta, impidiendo al sujeto actuar de forma creativa y adaptativa.
El darse cuenta como eje de salud integral
En el corazón de la propuesta gestáltica se encuentra el darse cuenta o awareness, una forma de conciencia que no se construye desde la abstracción, sino desde la vivencia inmediata del aquí y ahora. No se trata de una introspección fría ni de una observación mentalizada, sino de una forma encarnada de estar presente en la experiencia, que permite al paciente reconocer con nitidez lo que siente, piensa y hace en cada momento.
Tal como lo expresa Jean-Marie Robine (2006), “la salud consiste en la capacidad de permanecer en contacto con el flujo del presente y responder creativamente a las demandas del entorno”. Esta formulación recoge con precisión el sentido profundo de este tipo de conciencia, que no se limita a registrar lo que ocurre, sino que posibilita una transformación activa de la experiencia.
Desde esta mirada clínica, el trabajo terapéutico con el darse cuenta permite al paciente reconectar con su cuerpo, nombrar sus emociones, identificar patrones obsoletos y abrirse a la posibilidad del cambio. Es un proceso que favorece la autenticidad, la responsabilidad y la congruencia, pilares fundamentales de una salud vivida de manera plena y no meramente funcional.
El rol de las emociones como indicadores de salud
La Terapia Gestalt reconoce en las emociones no un obstáculo, sino un camino privilegiado hacia la salud. Lejos de concebirlas como signos de debilidad o disfunción, las integra como expresiones legítimas del self, necesarias para el ajuste creativo con el entorno. Leslie Greenberg (2000) destaca que las emociones operan como brújulas internas, que señalan necesidades auténticas y orientan al sujeto en su proceso de autorregulación.
En este sentido, la salud emocional no implica suprimir el malestar, sino más bien transitarlo con presencia y conciencia. Emociones como la tristeza, la ira o la ansiedad no son patologías en sí mismas, sino manifestaciones de algo que necesita ser reconocido, sentido y elaborado. El papel del terapeuta consiste en facilitar ese contacto, sin juicio ni prisa, acompañando al paciente en un proceso que requiere sostén, seguridad y apertura.
Así, la salud se convierte en la capacidad de estar con lo que hay, de permitir que las emociones fluyan sin quedar atrapado en ellas, ni tampoco reprimirlas. Este equilibrio permite una mayor libertad interior y una conexión más rica con la vida.
Salud, creatividad y presencia
Uno de los aspectos más inspiradores del enfoque gestáltico es su vinculación profunda entre salud y creatividad. En palabras de Celedonio Castanedo (2008), la creatividad es una función del self en contacto pleno con la realidad, capaz de generar respuestas nuevas allí donde las formas antiguas ya no son suficientes. Desde esta perspectiva, el proceso terapéutico no es solo una intervención técnica, sino también una experiencia estética: un arte del encuentro, donde el paciente redescubre su capacidad de responder al mundo con frescura, libertad y vitalidad.
La presencia es condición imprescindible para que la creatividad pueda emerger. Estar presente implica estar disponible para lo que ocurre, sin anticipar ni juzgar, abierto a lo inesperado. Es desde ese estado de presencia que el cambio se hace posible, porque el sujeto deja de actuar desde automatismos y puede elegir caminos distintos. En este sentido, la salud se expresa como una danza entre lo que somos y lo que podemos llegar a ser.
Viktor Frankl (1984) nos recuerda que es precisamente al aceptar la finitud de la vida cuando se abre la posibilidad de vivir con mayor plenitud. La salud, desde esta óptica, no es la negación del dolor, sino la capacidad de habitarlo, de encontrarle un sentido que nos permita seguir adelante con dignidad y esperanza.
Aplicaciones clínicas: la salud como frontera del contacto
En la clínica gestáltica, la salud se traduce en la habilidad para sostener la frontera del contacto con el entorno sin perderse ni endurecerse. Esta frontera, entendida como el lugar donde el self se encuentra con lo otro, constituye un espacio delicado y fértil. Luis Fernando López-Martínez (2023), al analizar esta noción en el marco de las conductas autolesivas y suicidas, advierte que muchos de estos síntomas emergen cuando el proceso de darse cuenta queda bloqueado por influencias sociales, tecnológicas o vinculares.
En tales contextos, el acompañamiento terapéutico adquiere un carácter profundamente humano: no se trata de intervenir desde la urgencia ni de imponer soluciones prefabricadas, sino de estar, de ofrecer una presencia empática y respetuosa que permita al paciente recuperar el contacto con lo que ha quedado silenciado o disociado. Restaurar la salud implica aquí recuperar el vínculo con uno mismo, con el cuerpo, con la emoción y con el sentido. Es un proceso que exige tiempo, cuidado y confianza.
Conclusiones
La Terapia Gestalt nos invita a pensar la salud no como un objetivo a alcanzar, sino como un modo de estar en el mundo. A través del darse cuenta, el sujeto recupera su capacidad de sentir, elegir y transformarse, integrando su experiencia de forma más plena, creativa y responsable. Esta mirada desafía los modelos clínicos normativos y propone una ética del cuidado basada en la presencia, el respeto y la autenticidad.
En definitiva, la salud, desde la Gestalt, es un proceso relacional y dinámico que se construye en el encuentro. Es la expresión viva de un self en contacto con su entorno, abierto a la incertidumbre y capaz de responder con sentido, incluso en medio del sufrimiento.
Referencias
-
Castanedo, C. (2008). Seis enfoques psicoterapéuticos. Editorial El Manual Moderno.
-
Frankl, V. E. (1984/2022). Asumir lo efímero de la existencia. Herder.
-
Greenberg, L. S. (2000). Emociones: una guía interna. Desclée De Brouwer.
-
Perls, F. S. (1947/1975). Yo, hambre y agresión. Fondo de Cultura Económica.
-
Robine, J. M. (2006). Terapia Gestalt. Ediciones La Llave.