Durante mucho tiempo, la Terapia Gestalt fue vista por algunos sectores académicos como una corriente «humanista» o «filosófica», alejada del rigor científico. Sin embargo, en las últimas dos décadas ha ocurrido algo fascinante: la ciencia ha alcanzado a la intuición.

Los avances en neurociencia afectiva, la teoría del trauma y la investigación sobre la eficacia psicoterapéutica han comenzado a validar, uno por uno, los pilares fundamentales que la Gestalt propuso hace más de medio siglo.

Lo que Fritz Perls, Laura Perls y Paul Goodman plantearon en los orígenes no era misticismo; era una comprensión profunda de cómo funciona el organismo humano, cómo sanamos y cómo cambiamos. Hoy vemos cómo conceptos nucleares de la Gestalt son la base de la mayoría de los modelos contemporáneos de éxito.

1. El «Aquí y Ahora» y la revolución del Mindfulness

La Gestalt siempre puso el foco en el presente. No porque el pasado no importe, sino porque la transformación solo puede ocurrir en el momento actual.

Hoy, prácticas como el Mindfulness (Atención Plena) han inundado la psicología clínica bajo el paraguas de las «Terapias de Tercera Generación». La neurociencia nos ha mostrado que enfocar la atención en el presente reduce la actividad de la amígdala (centro del miedo) y fortalece la corteza prefrontal. Lo que la ciencia llama hoy «regulación atencional», en Gestalt llevamos décadas llamándolo vivir el aquí y el ahora.

2. El cuerpo lleva la cuenta: El enfoque somático

 

Durante años, muchas terapias se centraron exclusivamente en el diálogo racional (lo cognitivo). La Gestalt, sin embargo, siempre insistió: «¿Qué sientes en tu cuerpo mientras me cuentas esto?».

Actualmente, expertos en trauma como Bessel van der Kolk o Stephen Porges (Teoría Polivagal) han demostrado que el trauma y las emociones se almacenan en el sistema nervioso y en el cuerpo, no solo en la narrativa verbal. La importancia del cuerpo en terapia, un sello distintivo de la Gestalt, es hoy un requisito indispensable en cualquier abordaje moderno del trauma y la ansiedad. Trabajar «de abajo hacia arriba» (desde la sensación corporal hacia la razón) es algo que la Gestalt lleva en su ADN.

3. El «Darse Cuenta» (Awareness) y la neuroplasticidad

El famoso awareness o «darse cuenta» gestáltico es el precursor de lo que hoy llamamos metacognición. La neurobiología nos enseña que para cambiar un patrón neuronal, primero debemos ser conscientes de él en tiempo real.

No podemos cambiar lo que no vemos. Al entrenar la capacidad de darse cuenta, la Gestalt facilita la neuroplasticidad: la capacidad del cerebro para crear nuevas conexiones y dejar de repetir automatismos dolorosos. 

4. La relación terapéutica: El vínculo que sana

Quizás el hallazgo más consistente en la investigación sobre psicoterapia es que el factor que mejor predice el éxito no es la técnica, sino la calidad del vínculo terapéutico.

La Gestalt contemporánea es, ante todo, una terapia relacional. No es el terapeuta experto «curando» al paciente, sino dos seres humanos en un encuentro auténtico. La importancia que damos al vínculo, a la resonancia y al contacto es lo que hoy la neurociencia social identifica como el mecanismo de corregulación emocional. Sanamos en relación porque nos enfermamos en relación.

Una Gestalt Contemporánea y con base sólida

Lejos de quedarse estancada en el pasado, la Terapia Gestalt ha evolucionado. Ha integrado estos nuevos conocimientos para volverse más fina, más profunda y más adaptada a los retos del siglo XXI.

En la Escuela del IPG de Madrid (Instituto de Psicoterapia Gestalt), no nos limitamos a enseñar una técnica histórica. Practicamos y enseñamos una Gestalt contemporánea y moderna. Nuestro enfoque integra la riqueza de la tradición gestáltica con la solidez de la mirada relacional y los conocimientos actuales sobre el funcionamiento humano.

Si buscas una terapia o una formación que combine la profundidad humanista con la validación de la ciencia moderna, estás en el lugar correcto. La Gestalt tenía razón, y hoy estamos mejor preparados que nunca para demostrarlo.

Nacho Martín

Psicólogo y Formador del Equipo del IPG de Madrid